Reconozca y acepte que su hijo tiene dificultades. Estudie el problema, localice dónde falla el proceso educativo y ponga los medios necesarios para superarlo.
- Infórmese por todo lo relacionado con su colegio. No sólo por las notas, también son importantes sus problemas con los compañeros o de relación con los profesores. El niño debe sentir que sus estudios son un asunto que interesa.
- Muestre predisposición y atienda sus necesidades y preguntas en casa, pero nunca jamás le haga el trabajo.
- Haga saber a su hijo que usted no conoce la respuesta a todas las preguntas y propóngale buscar juntos aquellas que desconozca.
- Potencie en el niño la confianza en sí mismo. El entusiasmo se contagia.
- Permítale que tome decisiones y asuma responsabilidades acordes con su edad.
- Nunca le compare con sus hermanos o amigos.
- Jamás le haga sentirse inútil o culpable.
- Sea coherente. Si su hijo ve leer en su casa y usted comparte con él conocimientos es más fácil despertar su deseo de aprender.
- Cree una atmósfera que estimule su curiosidad.
- No asedie a su hijo con la idea del estudio. Explíquele cuáles son los objetivos y qué es lo que se espera de él.
- Antes de decidir, hable con el niño para saber cuál es su problema y qué tipo de ayuda puede ofrecerle usted.
- No amenace ni castigue. Apueste, sobre todo, por la persuasión y la estimulación.
- Enséñele a no desanimarse. Explíquele que hay que ser tenaz y buscar alternativas.
- Evite transmitir mensajes negativos del tipo «eres un mal estudiante» porque puede llegar a creérselos y bloquear su desarrollo posterior.
- Celebre sus éxitos, por mínimos que sean.
- Las clases particulares no siempre son la solución. Si lo hace, debe suprimir la ayuda en cuanto se obtengan los resultados deseados.
- Enriquezca su ocio. Que no vea sólo la televisión. Enséñele programas adecuados, llévele a museos, cuéntele historias, haga que tenga contacto con la naturaleza...